En el segundo tiempo, Leandro Lozano protagonizó un planchazo hacia Rodrigo Aliendro, desatando la ira de los jugadores visitantes y generando una gresca en la que Franco Romero golpeó a Paulo Díaz en el rostro. Sin embargo, la decisión del árbitro Anderson Daronco al revisar la jugada mediante el VAR ha generado amplio debate.
El planchazo de Lozano fue evidente, con una clara intención de disputar el balón de manera agresiva y poniendo en riesgo la integridad física de Aliendro. Este tipo de acciones suelen ser sancionadas con tarjeta roja, pero la decisión de Daronco fue mostrarle únicamente la tarjeta amarilla al jugador de Nacional, una sanción considerada por muchos como insuficiente dada la gravedad de la falta.
Además, la agresión de Romero a Díaz también fue motivo de controversia. A pesar de la revisión del VAR, el árbitro optó por no expulsar a ninguno de los dos jugadores implicados en la trifulca, lo que generó aún más indignación en el equipo de River Plate y en su cuerpo técnico.
La falta de autoridad y contundencia en las decisiones arbitrales afectó el desarrollo del partido, permitiendo que situaciones violentas siguieran ocurriendo sin una respuesta adecuada por parte del árbitro. Esta situación se vio reflejada en otras acciones posteriores, como la entrada fuerte de Andrés Herrera a Gastón González y el nuevo gesto violento de Romero hacia Miguel Borja.
A pesar de la polémica y la falta de control por parte del árbitro, Nacional logró recuperarse en el partido con dos goles de Gonzalo Carneiro, igualando las acciones y saliendo beneficiado de la situación generada por las decisiones arbitrales cuestionadas.
El incidente ha generado amplio debate en el ámbito futbolístico, destacando la importancia de contar con una correcta aplicación de las reglas y una autoridad adecuada por parte de los árbitros para evitar situaciones de violencia y garantizar un juego limpio y justo para ambos equipos.
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