El 2 de octubre viajé de Merlo a San Luis para asistir al recital de una de las bandas que más he escuchado en los últimos tiempos y hace poco conocí. ‘Bándalos Chinos’, es una banda que compone música muy tranqui, muy chill, del género Indie Pop.

Para eso, me fuí en un colectivo que partió a las 13:00 hs del domingo y llegó a la ciudad a las 15:10 hs, aproximadamente. El recital era a las 21 hs (ponele), en un galpón cultural muy espacioso con diversos fines, llamado “Comuna Bar”. Le llamo “diversos fines” a una suerte de RESTO-BAR que realiza encuentros culturales de artesanos, bailes, encuentros cinéfilos, boliche… de todo un poco.

Por supuesto que tenía que matar el tiempo hasta ese horario, así que, tuve la garantía de un enorme conocido,tipazo (Matías Aflalo) que estudia y trabaja por aquellos pagos (Producción Musical).

En aquella cronología de un día muy caluroso y algunas caminatas de ahorro, finalmente me acerqué al lugar. Sí, la idea fué lanzarme caminando a la ida, pero no fué así. Tomé un taxi porque estaba a algunos kilómetros de distancia. Más precisamente a poco más de 5, sin mal no recuerdo. Obviamente que esos 5k, no equivalen a nuestras distancias prolongadas, pero disfrutables.

Ya en la fila, llegaba a eso de las 20:30 hs, con una antelación acertada, teniendo en cuenta las dimensiones del predio, no precisamente complejo a la hora de conseguir un buen lugar.

Finalmente la espera en la fila se hizo larga e ingresamos a las 22 hs, aprox. Afortunadamente logré captar una panorámica del escenario y ví EL lugar. En tanto, tenía una consumición a la entrada adquirida, de un fernet bastante permeable y sabroso, je. Buena preparación que disfruté de forma pausada mientras esperábamos a los Bándalos. Ahí, conocí una parejita genial de gente de mi edad y ahí, se sumó otra chica al “Bandal-Group”.

Sensacional experiencia, ya que el escenario se encontraba plenamente asociado al público, sin vallas o perimetraje custodiado de cualquier forma. Muy anticipado, nos acercamos y apoyamos y casi que adherimos al borde del escenario, a cm, pegados a los instrumentos y equipamiento de ellos.

Entre diálogo, vemos que pegan la lista de canciones en cada lugar estratégico donde luego posaría cada uno de sus 6 integrantes, liderado por Gregorio “Goyo” Degano.

Después de tanta espera, salen los Bándalos. Todo es fiesta, pero celebro el hecho de encontrarme a menos de 1,5 m y que, el pogo no me saque de ese sitio perfectamente estratégico de espectador. No había pogo. Es música melódica y, cuando levanta, levanta. Pero en esta ocasión tan sólo fueron saltos reducidos de cada cual (me incluyo), en su respectivo espacio. Me gusta bastante el famoso y en ocasiones afamado pogo, pero siento que, tener la posibilidad latente de encontrarme tan cerca del sudor, las voces, instrumentos y el talento para captar todo, era épico e inolvidable, así que, ahí me quedo.

Por otro lado, cabe destacar la amabilidad de las fuerzas de seguridad del lugar, que en diversa ocasión no son más que apáticos. El ambiente y espacio, excepcional. Imaginen que unos padres y su hijita de tan sólo unos años, estaban enfrentados a “Goyo”. Por cierto, la nenita fué la gran partícipe de la noche, subiendo en dos oportunidades al escenario en pleno show, gracias al carisma y simpatía del vocalista.

En esa primera fila improvisada en que nos encontramos los más afortunados (era: el que perdió su silla… No había butacas, era llegar y quedarte ahí parado esperando.). Yo, a unos metros de esa chiquitina, pero aún así en el mismo sitio.

Lo importante. Sí, estiré la mano en dos oportunidades y el querido Goyo me dió su mano. El segunda guitarra se acerca a mi ubicación a tocar al borde del escenario (obvio que era una altura de 1 metro) y me pega un rodillazo en la cara (leve), por lo que me abraza. Ese fué otro de los momentos épicos de la noche. Le mostré una foto de Zlatan Ibrahimovic al propio bajista quien por cierto era igual y en una de esas, entre transpiración y nervios, él medio resignado conmigo porque se me cayó el celular arriba del escenario, pensó que me iba a mandar alguna.

PD: El celular se me cayó casi en sus pies, por eso la caripela. Después se rió.

Finalmente se acercan nuevamente al despedirse, se abrazan y ahí nos saludan a todos los de la primera fila.

Esa es la sincronía exacta, pero poco detallada en lo que resultó una noche maravillosa y una experiencia inolvidable para mí. Es una banda que suena hermosa, con una dulzura muy traslúcida en sus notas vocales y una calidez con sus seguidores, sensacional.

Terminó el concierto, intercambié contacto con las personas que conocí y finalmente emprendí rumbo. Me desesperaba por encontrar un taxi, ya que desconocía el lugar y ciertos sectores un tanto “picantes” de la ubicación geográfica. Afortunadamente me alejé de esos lados. No encontré un transporte, pero me fuí caminando unos pares de kilómetros. No había nadie en la calle, pero estaba todo muy tranquilo y agradable. Disfruté el comienzo y el final.

Hermosa experiencia que compartí semanas después, aquí en comunicARTE, con mucha felicidad.

Enviado especial (Galo Buján)