Arrancaba la última noche del Valle y solo corría una pregunta en el Balneario Municipal, a qué hora toca Divididos? La ansiedad y los nervios era moneda corriente, la gente escuchaba a los artistas en escena pero el diálogo era sobre los de Hurlingham.

Fue entonces que empezó a sonar el Himno Nacional y la gente quedo como atónita, de a poco se sumaron al cántico, hasta que desde el fondo del escenario apareció uno de los emblemas del Rock Nacional, Ricardo Mollo. Explotó entonces la multitud a dos voces con el frontman coreando las letras de nuestro Himno, lo que daría comienzo al show más importante en tierras merlinas.

Entre los clásicos de la banda y su repertorio folclórico, la gente vibró junto a los solos de Mollo y el golpe de Catriel que fue una aplanadora. Pero no dejemos afuera a Arnedo, que se animó a hacer la segunda voz en «Sábado», para sorpresa de todos.

En un momento del show, Ricardo llamó a la solidaridad para encontrar al padre de un chico perdido «Tiziano». Gerardooo!! Gerardooo!! gritaba Mollo, al cual el chico miraba hasta asustado.

Luego de varios minutos y volviendo al show dijo: Hablando de nenes vamos a tocar un «Nene de Antes».  Para sorpresa de todos, Se vivío un momento histórico y muy especial en nuestro rock nacional, Araujo apareció para seguir en un solo junto a Arnedo, poniendo el broche de oro al terminar tocando, La rubia Tarada de Sumo.

Se vino la parte soul de la banda, no por el estilo, sino por la onda más relajada, con Ricardo y Araujo sentados y el trio Tres Mundos invitado.

Aparecía el set que ya nos tiene acostumbrado la aplanadora del Rock, con tintes Folclóricos. Luego pasar a un solo, a más no poder, de Catriel, demostrando ser uno de los mejores bateristas del rock nacional, por lo menos en lo contemporáneo.

Este derroche de talento, daría paso a El Arriero en modo Rock, rozando lo Hendrixiano. Casi cerrando el recital, momento de recuerdo con Amapola del 66 y la voz de Ricardo con el eco de la cámara, en un sonido que se perdía entre las sierras y las miradas extenuadas del pogo y el jolgorio.

Luego uno de los clásicos se escuchaba en el balneario, SI en Merlo sonaba Sucio y Desprolijo de Pappo, para que todo explote en un puño, un salto o con el pogo de siempre. A todo esto le siguió Paisano de Hurlingham y Rasputín como para cerrar bien arriba, la mejor noche del Festival en su historia, hasta hoy, ojo, para mi gusto.