El atletismo olímpico vivió un momento de alta tensión y controversia el pasado domingo en París, cuando dos de los mejores saltadores de altura del mundo, Shelby McEwen de Estados Unidos y Hamish Kerr de Nueva Zelanda, se enfrentaron en una final que, lejos de terminar con una medalla compartida, se decidió en un emocionante desempate. En una conversación decisiva, los atletas optaron por seguir compitiendo, cuando tenían la opción de compartir el oro, como lo hicieran Gianmarco Tamberi y Mutaz Essa Barshim en los Juegos de Tokio 2020.
En una muestra de determinación y deportividad, McEwen, de 28 años, aceptó el desafío propuesto por Kerr, quien desde un inicio dejó claro que no deseaba compartir el primer puesto. «Él lo mencionó primero, y yo estuve de acuerdo», comentó McEwen en una reciente entrevista, dejando entrever que el cansancio y la intensidad del momento influyeron en su decisión. «Tal vez lo hubiera compartido, pero al final respeté su voluntad de seguir compitiendo», agregó el estadounidense, cuya jornada culminó con una medalla de plata tras una competencia extenuante.
La batalla final comenzó con ambos atletas empatados tras superar los 2.36 metros, lo que los llevó a intentar saltar los 2.38 metros, una altura que ninguno pudo superar en repetidas ocasiones. A pesar del agotamiento evidente, ambos se enfrentaron en un desempate que arrancó desde una altura menor, donde Kerr finalmente se impuso, conquistando el oro.
El Kiwi volador, como es apodado Kerr, no dejó lugar para la duda en su enfoque: «Caminamos y hablamos», relató McEwen, «él me dijo ‘vamos a empezar’, y yo respondí que estaba totalmente de acuerdo». La voluntad de Kerr de buscar la victoria individual fue clara, mientras McEwen, quien sentía el peso del cansancio y el dolor en sus piernas, decidió no poner trabas.
A pesar de no conseguir el oro, McEwen no ve su plata como una derrota. «Represento a mi país y a mi familia con orgullo», afirmó, subrayando que su enfoque sigue siendo el mismo: mejorar y competir al más alto nivel. Con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, McEwen ya se prepara para una nueva oportunidad de brillar en casa.
El final de esta competencia no solo dejó una medalla de plata para McEwen, sino también una lección de respeto mutuo y de la importancia de tomar decisiones bajo presión. El camino hacia el oro, en ocasiones, se construye con las experiencias y desafíos que se presentan en cada salto, y para McEwen, el futuro promete muchas más oportunidades de alcanzar la gloria.
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