Franco Colapinto logró lo que parecía imposible: su debut en la Fórmula 1, tras 23 años de ausencia de un piloto argentino en la categoría más prestigiosa del deporte motor. Pero su historia va más allá de un volante y un circuito, es la combinación perfecta entre talento, pasión y una impecable estrategia financiera que lo catapultó a la élite mundial.

Franco no solo demostró su capacidad al volante, sino que fue parte esencial de la maquinaria que lo llevó a la Fórmula 1. Todo comenzó con una llamada crucial: Bizarrap, el reconocido DJ y productor argentino, jugó un rol fundamental al activar lo que se conoce como el «Operativo F1». Este no fue un simple apoyo artístico, sino una sinergia entre la música y el deporte que atrajo patrocinadores clave como Globant y Mercado Libre.

El «Ángel Guardián» detrás del piloto

Si bien Bizarrap fue quien encendió la chispa, Gastón Parisier, emprendedor y cofundador de Fly Bondi, se consolidó como el «Ángel de la Guarda» de Colapinto. A pesar de no tener experiencia en automovilismo, su olfato para detectar oportunidades lo llevó a unirse al proyecto. Tras conocer a Franco y a su mánager, María Catarineu, decidió invertir en este joven piloto y apostar por su sueño. Su primer contacto con el deporte fue directo: asistió a una carrera de Fórmula 2 en Bahréin, y desde ese momento supo que había algo más grande en juego.

«Me enamoré del desafío y de la pasión de Franco», afirmó Parisier, quien desde entonces fue fundamental en la conexión con empresas argentinas y en fortalecer la imagen del piloto a nivel internacional. Este equipo de trabajo, conformado por emprendedores y empresarios, demostró que el automovilismo puede ser una plataforma para impulsar nuevas historias de éxito.

El respaldo de una nueva generación

Lo que hace aún más singular esta historia es cómo una generación entera de jóvenes se unió para apoyar a Franco. Bizarrap no fue solo una figura de apoyo, sino un representante de la juventud que colabora y empuja por los sueños colectivos. Este apoyo no solo atrajo a grandes empresas, sino que también generó una comunidad de seguidores que vio en Franco una esperanza para que Argentina volviera a tener representación en la Fórmula 1.

«Cada ‘no’ que recibíamos nos daba más fuerza para seguir adelante», comentó Colapinto, destacando el arduo camino que recorrió hasta su debut en Monza. Lo que comenzó como una simple búsqueda de patrocinadores, se convirtió en una misión compartida que trascendió las fronteras del automovilismo.

El debut soñado en Monza

El fin de semana de su debut fue histórico. Monza, un circuito icónico, fue testigo de la emoción de los fanáticos argentinos que acompañaron a Colapinto en su primera carrera en la Fórmula 1. Largando desde el puesto 18, el piloto bonaerense logró terminar en la posición 12, sorprendiendo al equipo Williams y al mundo entero.

Con esta actuación, Colapinto no solo dejó claro su talento, sino que marcó un nuevo hito en la historia del automovilismo argentino. Atrás quedaron los 23 años de espera. Ahora, gracias a una combinación de ingenio financiero, talento y una red de apoyo que incluyó desde empresarios hasta figuras del entretenimiento, Franco Colapinto está listo para seguir escribiendo su propia historia en la Fórmula 1.

Este es solo el comienzo de una travesía que promete llevar a Argentina de nuevo a lo más alto del automovilismo mundial.