Según explica la definición universal, un bostezo es la acción incontrolada de abrir la boca, con separación muy amplia de los maxilares, para realizar una inhalación profunda a la que sigue una exhalación de algo menos de lo inhalado, con cierre final de la apertura bucal, ese es el proceso. Cuando se bosteza, además, se estiran los músculos faciales, se inclina la cabeza hacia atrás, se cierran o entornan los ojos, se lagrimea, se saliva, se abren las trompas de Eustaquio del oído medio y se realizan muchas otras, aunque imprecisas, acciones cardiovasculares, neuromusculares y respiratorias.

Aunque en la actualidad esta acción sigue siendo uno de las acciones del cuerpo humano más desconocidas para la ciencia, diversos estudios aseguran que al bostezar refrigeramos nuestro bostezamos cerebro, ay que la hacerlo, introducimos aire frío de golpe que refrigera la sangre que pasa por nuestra cavidad nasal y bucofaríngea. Podría decirse claramente que el bostezo es el sistema de ventilación de nuestro “procesador central” es decir, de nuestro cerebro.

Normalmente bostezamos cuando estamos cansados, con sueño, cuando nos levantamos por la mañana, o nos preparamos para dormir. Muchas personas bostezan cuando están aburridas, pero también cuando están ansiosas, u otros estados de ánimos pasajeros.

 

De acuerdo con Andrew Gallup, profesor adjunto de Psicología del Instituto Politécnico de la Universidad Estatal de Nueva York y quien ha publicado estudios sobre el tema, explica que el sueño activa una reducción pronunciada en la temperatura cerebral y corporal, así que también es posible que “bostecemos solo para facilitar el cambio de la vigilia al letargo”, explica Gallup.

Para Gallup, y según algunos estudios, el bostezo es una forma de comunicar el estado interno de uno mismo. Otros trabajos aseguran que se trata de una acción para promover la vigilancia grupal y sincronizar el comportamiento del grupo.

“Se han observado bostezos, o al menos patrones similares de apertura mandibular, en todas las clases de vertebrados. Es probable que los humanos y los animales no humanos bostecen por razones similares” explica el profesor Gallup, que cree que existen evidencias del contagio de bostezos en otros animales como los chimpancés o las ratas.

Para Adrian Guggisberg, profesor de Neurociencia Clínica en la Universidad de Ginebra en algunos artículos publicados en relación al tema, sostiene que hay muchos factores que podrían provocar tal acción, pero hasta la fecha no se ha observado ningún efecto fisiológico del bostezo, y por esta razón especulamos, por lo que también es muy posible que el bostezo no tenga un efecto fisiológico real”.