Portugal tiene con qué soñar. Portugal es mucho más que esa marca llamada Cristiano Ronaldo. Es más, hoy puede prescindir de este jugador icónico, que corta tickets, que revienta estadios, que vende camisetas. El equipo de Fernando Santos se la puede creer porque tiene a los Xavi e Iniestas de estos tiempos. Porque si verlos por televisión en los Manchester, mirarlos en cancha es un verdadero placer: Bruno Fernandes (el del United) la rompió como en el debut (había metido dos asistencias ante Ghana) y marcó un doblete; Bernardo Silva (el del CIty) juega en puntitas de pie, parece que nunca va a llegar a la pelota, pero siempre llega, le da un destino claro. Tiene pinta de oficinista como Iniesta, pero lee el juego de manera excelente. Ellos dos llevan adelante a un equipo que tiene otras figuras de nivel mundial y que ya está en octavos de final, luego de ganarle con justicia 2-0 a Uruguay.
Portugal tiene material de sobra y lo manda a la cancha de entrada. Es verdad que tampoco fue una actuación descollante, más allá de que arrancó bien los primeros 20′, pero le faltaba fuego adelante. Y Uruguay, con un planteo conservador, con un 3-5-2 se animaba desde la dinámica de sus volantes, desde un Bentancur que no mereció perder, con ese chico formado en Boca que casi hace un golazo. Pero el primer tiempo terminó en tablas y la Celeste miraba el puntito con cariño.
El tema es que los lusos tienen jerarquía. Y en varios lugares del campo. A veces parece un equipo que sobra el partido, pero simplemente lo están amasando Silva y Fernandes. Y mientras el partido se armaba, mientras se daba la primera invasión de un espectador (pidiendo por Ucrania y con la bandera del LGBT), el barbado del United tiró un centro que buscaba a Cristiano, pero CR7 no la tocó, la pelota se metió en el segundo palo del bueno de Rochet. El Lusail Stadium (con 88.000 espectadores) estalló porque el portugués más famoso salió festejando el gol, pero enseguida la pantalla del estadio avisó que el gol era de Bruno Fernandes.

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