Se dice que la historia la suelen escribir los grandes equipos. Que por momentos la balanza suele decantarse para alguno de los dos lados, pero que en líneas generales se hace justicia en los momentos definitorios. En esta ocasión, el conjunto millonario reunió durante el transcurso de esta competencia muchos calificativos. Cientos de críticas severas que agobiaron al plantel durante la fase de grupos. Críticas que se convirtieron en elogios tras la obtención del titulo.
En el Grupo 6 pasó de todo. Tigres dominó con amplitud y aseguró su clasificación a costa de que River, Juan Aurich y San José se disputaran el segundo puesto hasta la última fecha.
Ese 15 de abril de ese año 2015 se definió la instancia, River supo ganar su partido con San José pero dependía directamente del otro resultado. La paradoja del Fútbol está siempre presente, la curiosidad de que si Tigres no hubiese ganado, la historia fuese distinta. Es por esto que el fútbol es tan maravilloso pero tan cruel a la vez.
Con la ayuda de quien en este presente sería el último rival de cara al título, el conjunto millonario logró su clasificación a los octavos de final. En frente estaría el clásico de toda la vida. Boca venía de dar cátedra en el Grupo 5 en donde supo cómo ganar todos los partidos. Para agregar un poco de pimienta, River venía de perder el clásico del torneo local, dos puñales sobre la hora que dictaminaban un claro favorito.
La ida en el Monumental reanimó las expectativas con el gol de penal de Carlos Sánchez. En la vuelta, el lamentable suceso del gas pimienta dejó al conjunto Xeneize fuera de la competencia por decisión de la Conmebol.
Quizás la prueba de fuego fue ir a jugar la vuelta de los cuartos a Brasil con un resultado negativo. El uno a cero de la ida parecía sentenciar la historia frente a Cruzeiro.
Para sorpresa, River supo mostrar la determinación necesaria en un partido que realmente lo necesitaba. Tres a cero en cancha ajena mostrando quizás la mejor versión.
Entre los cuatro mejores y luego de un largo período de descanso, River recibía a Guaraní en busca de la final que hace tanto tiempo se le negaba. Con una vaselina del uruguayo Rodrigo Mora, el equipo se llevaba un buen resultado de cara al choque en Paraguay.
Tras el empate, en donde por momentos se sufrió más de lo esperado, el conjunto de Gallardo logró llegar al partido final en donde el rival sería más que conocido.
Aquella oportunidad que Tigres le dio a River durante la instancia clasificatoria sería determinante para esta edición de la Copa Libertadores. El trago amargo en la ida se lo llevaron los mexicanos. River supo defenderse de cara a la vuelta aún sabiendo que no se implementaría el reglamento del gol de visitante. De esta manera se llegó al partido de la final, en donde River presentó varias ausencias, entre ellas Gabriel Mercado (por acumulación de amarillas), Rodrigo Mora y Tabaré Viudez (ambos por lesión). El empate en cero de la ida permitía soñar un poco más.
Esta generación de jugadores supo concretar sus posibilidades en el encuentro con un tres a cero que le adjudicó el título que se mantuvo ausente durante 19 años. Los goles de Lucas Alario, Carlos Sánchez y Ramiro Funes Mori quedarán impresos en la retina de todos los hinchas. Aquellos tiempos difíciles que destruyeron institucionalmente al club de Núñez quedarán atrás con la claudicación de este torneo continental que en diciembre les dará el pasaporte a Japón. Muchos compromisos y alegrías de cara a lo que se viene. Salud campeón.
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