Ibarra, el actual teniente de tropilla, está con la luz amarilla en el semáforo.
Después de esta durísima derrota frente a Instituto, los cordobeses y el merlino Cuello se llenaron de gloria. Mientras en Boca los silbidos, la disconformidad y la falta de juego, son la Marcha fúnebre anunciando que ha muerto el fútbol para el hincha boquense.

«Pol» Fernández, Benedetto, Villa, Fabra, Figal, Rojo, el «pulpo» González, «chiquito» Romero, Óscar Romero, entre otros. Son está constelación de jugadores que individualmente son superiores al promedio de la liga, pero entre lesionados y falta de sistema son una sombra de lo que la cartelera dice.

E domingo no fue David contra Goliat, fue un partido entre un equipo recién ascendido que con hambre de gloria, se hizo un festín con las vacas sagradas de Boca. Yo no vi un 2-3 reñido, vi una goleada futbolística en la que:
● Bielsa convulsionaría al ver un doble «9» tan letal.
● Bilardo recobraría toda cordura para pararse aplaudir la jugada del primer gol de Instituto y luego insultaría con elegantes improperios a los jugadores de Boca por ese y los otros dos goles.
● Sabella en el cielo le diría a Cruyff «así se gana en Argentina», señalando cómo Instituto supo callar el «estadio que tiembla».
Boca no mostró ni la sombra. Tres pases hacia delante y de vuelta a Figal. Ya no necesita un padre cantarle canciones de cuna a su bebé, le pone un partido de Boca y se duerme hasta los de la provincia vecina.

Boca es sufridor, pero no perdedor, es un equipo que se caracterizó por ser sólido y aguerrido, con uno o dos líricos que desequilibran la balanza y hacen que la diosa de la victoria le de al centrodelantero su fortuna, su «mística». Pero Niké, la diosa de la victoria, ha abandonado a Boca, desde que no están Tévez, Izquierdoz o hasta incluso Rossi, el equipo se descarriló.

Entre tanto «confían» en los pibes. Langoni, Varela, Medina, «equi» Fernández, Molinas, Zeballos y demás que tienen oportunidad, solo tienen eso, oportunidad de jugar, Boca teniendo juveniles hambrientos de gloria, les niegan oportunidades al no sacrificar las vacas sagradas, relegando a varios de estos, las excepciones son debido a las lesiones de los mayores o que demuestran ser jugadores de jerarquía y talento válidos para tener su lugar como titulares.

También tenemos a los talentos que el club dirigido por el «consejo del mate» desperdicia dejándolos en la reserva y/o migran fuera del equipo por falta de oportunidad. Ejemplos claros hay:
● El muy prometedor Valentín Barco, no tiene oportunidad ni de aparecer en la banca ya que Sandez se encarga de calentarla mientras Fabra juega.
● Molinas con un pie más fuera que dentro de Boca, tiene que competir por ser el enganche del club con Romero, el paraguayo, que deja frío a parte de los fanáticos de la institución.
● Taborda, Vega y Retegui teniendo más oportunidades o siendo figura fuera de la ribera, que en ella.

Boca ya no es un equipo del cual el hincha pueda ir a la cancha y estar dos horas viendo cómo parecen la España de Luis Enrique o Francia en los primero 45′ de la final, solo que lo son los 90′.

No puedo concluir que a Boca le espera el descenso, si a la locura, pero no a la «B», seguirá explotando su suerte en la Copa Argentina, mientras en la liga buscará tener buenos puntos para no descender por la tabla anual. Pero hasta que no pateen en serio el tablero, ya sea Ibarra o la dirigencia, esta decadencia futbolística hará que Boca pueda perder su capacidad de competir a nivel internacional.

 

 

Nota: Esteban Basualdo