Lo que comenzó como un sueño para los hinchas de la Academia terminó siendo una etapa breve e irregular, marcada por la incertidumbre y la fascinación que siempre generaba el ídolo.

Un nuevo desafío tras la tormenta

Luego del escándalo del doping en el Mundial de 1994, que lo dejó fuera de la competencia y conmocionó al país, Maradona buscó reinventarse en los banquillos. Primero tuvo un breve paso por Deportivo Mandiyú, y luego, a fines de ese año, asumió el mando de Racing. Sin embargo, el Diego DT era distinto al Diego jugador: un hombre todavía atrapado entre su pasado glorioso y un presente inestable.

El fútbol argentino atravesaba un momento competitivo con River Plate campeón invicto del Apertura ‘94 y el Independiente de Brindisi que sumaba títulos. Boca, con Silvio Marzolini como DT, también intentaba volver a los primeros planos, mientras que San Lorenzo rompería su maleficio en el Clausura ’95. En medio de este escenario, Racing apostaba a la magia de Maradona para cambiar su historia.

Un debut con altibajos y un gesto inolvidable

La primera prueba fue en Caballito contra Ferro Carril Oeste. Racing llegó con dudas tras una pretemporada convulsionada y sin los refuerzos pedidos por el DT. A los ocho minutos, Marcos Samso marcó el único gol del partido. Las cosas no mejorarían: Racing sufrió la expulsión de José Albornoz y un penal en contra antes del descanso. Nacho González atajó el remate de Víctor Molina y Maradona, en un rapto de furia, respondió a los hinchas locales levantando los dedos mayores de ambas manos. Un gesto que quedó en la memoria de esa tarde.

El equipo formó con: Nacho González; Pablo Michelini, Carlos Galván, Gustavo Costas, Carlos Soca; Marcelo Saralegui, Fernando Quiroz, Néstor De Vicente, José Albornoz; Juan Fleita y Claudio López. El resultado fue un 0-1 que presagiaba una etapa complicada.

Entre la admiración y la frustración

Juan Ramón Fleita, uno de los protagonistas de aquel equipo, recuerda la experiencia con nostalgia: “Era un sueño compartir el día a día con él. Se prendía en los picados y nos hacía sentir como compañeros. Fue algo inolvidable”. Sin embargo, las dificultades se hicieron evidentes rápidamente. Diego faltó a entrenamientos, la conducción del equipo se percibía errática y los resultados no acompañaron.

En 11 partidos, el Racing de Maradona sumó solo dos victorias, seis empates y tres derrotas. Poco tiempo después, la dupla Maradona-Fren dejó el cargo, y Diego volvió a los terrenos de juego. En octubre de ese mismo año, ya con la camiseta de Boca y el icónico mechón rubio, renovó su eterno romance con el fútbol.

 

Un recuerdo imborrable

Más allá de los resultados, su paso por Racing dejó huellas imborrables. Fleita cuenta una anécdota que refleja la esencia de Maradona: “Antes de un partido contra Rosario Central, me lesioné y no pude viajar. Esa noche, en mi casa, sonó el teléfono: era Diego. Me llamó para preguntarme cómo estaba y darme ánimos. En un minuto, me cambió el día. Ese era él, siempre pendiente de los demás”.

A 30 años de aquella experiencia, el debut de Maradona como DT de Racing sigue siendo un capítulo singular en su historia. No fue su mejor etapa, pero, como todo lo que tocaba Diego, estuvo llena de pasión, emociones y momentos inolvidables.